La protección social en Argentina en un contexto de transición demográfica

La protección social en Argentina en un contexto de transición demográfica

Buenos Aires

La protección social en Argentina en un contexto de transición demográfica

Rafael Rofman e Ignacio Apella

NOTA.- Reproducimos las conclusiones del trabajo de los autores, publicado en la revista Apuntes, de la Universidad del Pacífico, Lima, Perú.

Tanto la sustentabilidad actuarial del sistema de protección social en Argentina, es decir, su capacidad de sostener un flujo de recursos contributivos suficientes para financiar el flujo de erogaciones, como la sustentabilidad fiscal (la capacidad del Estado de generar la cantidad de recursos para solventar las erogaciones comprometidas) dependerán de diferentes factores.

 

Por un lado, y tal como se observa en el presente artículo, el propio proceso de transición demográfica hacia una población más envejecida genera una presión en términos de mayor cantidad de población dependiente de ingresos de terceros. A partir de los resultados simulados, el envejecimiento poblacional tiene impacto directo sobre el nivel de las transferencias monetarias realizadas por el sistema de protección social. Actualmente, la sociedad argentina destina cerca del 10% del PBI a transferencias monetarias para el conjunto de programas de protección social: asignaciones familiares, seguro de desempleo, AUH y el sistema de pensiones.

 

Bajo diferentes escenarios alternativos de cobertura previsional, el proceso de transición demográfica implicaría un incremento del gasto en protección social futuro, llegando a alcanzar cerca del 15% del PBI en la década de 2050 y superando el 24% en 2100.

 

Bajo cualquier escenario, a partir de mediados de la década de 2030 podría comenzar un periodo donde las exigencias, en términos de gastos, sean crecientes. Ello se encuentra asociado a la finalización del bono demográfico y, consecuentemente, a una superior cantidad de adultos mayores en situación de retiro del mercado de trabajo en relación a la población adulta joven activa. En otras palabras, los baby boomers de las décadas de 1970 y 1980 serán los adultos mayores del 2040 al 2060, haciendo más exigente el esfuerzo financiero para el sustento de su consumo. Sin embargo, algunos cambios en las conductas de las personas podrían suavizar, e incluso compensar, el efecto del envejecimiento sobre la dependencia de la población adulta mayor. La tasa de dependencia demográfica es un indicador estático, en tanto se encuentra definido por las edades de la población.

 

Sin embargo, ello no constituye en sí mismo un determinante de la decisión de retiro del mercado de trabajo de los trabajadores. En efecto, una tendencia observada en Argentina, al igual que en algunos otros países de la región, es que los adultos mayores posponen su retiro del mercado de trabajo. De acuerdo con información del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), se prevé un incremento constante de la participación económica de los adultos mayores, particularmente entre aquellos trabajadores de entre 65 y 79 años de edad. Esta conducta representa una extensión natural de la edad de retiro y por tal motivo restaría presión financiera al sistema de protección social.

 

De todas maneras, las políticas de mediano y largo plazo de protección social, y en particular la previsional, no pueden descansar en la posible evolución de la tasa de dependencia económica. Ello requiere de una adecuada previsión de las erogaciones y las fuentes para su financiamiento. Actualmente, el sistema previsional argentino se financia en parte con recursos puramente contributivos, aportes y contribuciones sobre la masa salarial, aunque requiere de fuentes alternativas, particularmente las provenientes de los recursos tributarios. La utilización de recursos diferentes a los propios para financiar las obligaciones comprometidas viene desde décadas atrás, y si bien la formalidad laboral creció en los últimos diez años, aún queda un porcentaje elevado de trabajadores desempeñándose informalmente.

 

Fuente: Revista Apuntes N° 78, Revista de Ciencias Sociales, Universidad del Pacífico.

http://revistas.up.edu.pe/index.php/apuntes/article/view/836/929

 

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