OCDE: España debe repensar las pensiones de viudedad

OCDE: España debe repensar las pensiones de viudedad

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OCDE: España debe repensar las pensiones de viudedad

La OCDE sigue a vueltas con las pensiones. Si hace unas semanas recomendaba a España alargar la edad de jubilación para aliviar el coste de esa partida presupuestaria, en un último informe monográfico avisa de que hay que repensar concretamente las pensiones de viudedad, un ámbito de la protección en el que España es líder indiscutible, con el mayor número de personas beneficiarias dentro del conjunto de países desarrollados.

En la actualidad, España paga 2,3 millones de estas pensiones, con una media de 680,4 euros brutos al mes, solo por detrás de las de jubilación, que superan los 1.000 euros y las de incapacidad temporal. De esta forma, la Seguridad Social desembolsa cada mes 1.600 millones de euros para pagar pensiones de viudedad.

Al mismo tiempo, la OCDE plantea que la cada vez mayor presencia de la mujer en el mercado laboral, los cambios en los modelos de familia y el hecho de que las mujeres vivan más tiempo que los hombres plantean la necesidad de, cuando menos, introducir cambios en los esquemas clásicos.

No apuesta tanto por eliminarlas, puesto que reconoce que las mujeres siguen, por ejemplo, cobrando peores salarios que los hombres, como de introducir cambios para que sean más redistributivas o para que no supongan un desincentivo al empleo femenino.

Este debate no es ajeno a España, donde aunque las pensiones de viudedad tiene un límite de rentas  -los ingresos totales del beneficiario no pueden superar los casi 18.000 euros en 2018-, su nivel de cobertura es muy superior cuantitativa y cualitativamente a la mayoría de los países de la OCDE.

De hecho, el debate sobre su posible reforma lleva años en el Pacto de Toledo y el pasado viernes el secretario de Estado de Seguridad Social, Octavio Granado, se preguntaba en sede parlamentaria si no sería necesario adaptar estas pensiones, pensadas cuando las mujeres no trabajaban, a la España del siglo XXI.

Los pros y los contras

La OCDE recuerda que, en origen, las pensiones de supervivencia –básicamente viudedad y orfandad– tuvieron el cometido de proteger a los y las beneficiarias del riesgo de pobreza derivados de una drástica caída de los ingresos tras la muerte de uno de los cónyuges, del mismo modo que las pensiones de jubilación tratan de amortiguar la caída de ingresos tras el retiro.

Aunque generalmente este tipo de rentas son pequeñas comparadas con otras precisamente como las pensiones de jubilación, la OCDE se pregunta por qué estas pensiones son más elevadas que otras de carácter individual también llamadas a proteger frente a posibles situaciones de pobreza. De hecho, países donde su objetivo principal era vacunar contra la pobreza, como Suecia, ya las han eliminado con la introducción de las conocidas como cuentas nocionales, que también se debaten en España.

Entre los argumentos a favor, estas prestaciones tienen además un importante valor como herramienta para poder reducir la brecha de género por ingresos, especialmente en el caso de las de viudedad.

Además, aunque en más de la mitad de las parejas con hijos de la OCDE ambos progenitores trabajan, el modelo de hogar en el que solo hay un cabeza de familia que aporta rentas a la casa sigue vigente en muchos países.

Y, por último, lo cierto es que el hecho de vivir en pareja permite beneficiarse de una suerte de economía de escala que hacer que todos los costes se abaraten. Dicho de otro modo, los solteros afrontan un coste de vida un 50% superior que los que viven en pareja. Es por ello que, incluso con dos personas trabajando bajo el mismo techo, en el momento del fallecimiento de uno de ellos es preciso reforzar en muchos casos las rentas del hogar.

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