En Rusia los jubilados siguen trabajando

En Rusia los jubilados siguen trabajando

Jubilarse en Rusia

En Rusia los jubilados siguen trabajando

Jubilarse en Rusia para seguir trabajando.

Uno de cada cuatro pensionistas del país euroasiático tiene un empleo formal. La reforma de las pensiones está restando popularidad a Putin

A Olga Antonova jubilarse le ha alterado muy poco el horario. “Creo que incluso me levanto más temprano”, explica. A sus 67 años, esta mujer alta y enjuta continúa trabajando. Antigua maestra de primaria, ha cambiado las aulas por un empleo en una biblioteca. Con su pensión de unos 14.500 rublos al mes (unos 190 euros) no le llegaba para pagar las facturas, así que cuando se jubiló se buscó un empleo. Intentó seguir dando clases, pero las cosas se complicaron y terminó por encontrar un puesto en la biblioteca en la que lleva ya ocho años. “Empecé a trabajar a los 17 años, así que es obvio que me habría gustado descansar o viajar. Pero bueno, así no me oxido”, relativiza.

Rusia tiene una de las edades de jubilación más bajas del mundo desarrollado: 60 años para los hombres y 55 para las mujeres. Algo que, unido a las delgadas pensiones públicas—de media unos 13.323 rublos mensuales (unos 175 euros), según datos oficiales—, han creado un ecosistema de jubilados trabajadores. Como Antonova, 9,25 millones de rusos de los casi 40 que reciben una prestación por jubilación tiene un empleo formal, según datos de la Administración. Es decir, uno de cada cuatro. Aunque la cifra puede ser incluso mayor, como reconocen en el Fondo de Pensiones de Rusia, ya que no todos los empleos necesitan registrarse.

Pero el 82% de la ciudadanía rusa desaprueba el aumento en la edad de jubilación, como revela una encuesta reciente de la Public Opinion Foundation. Y uno de cada tres hombres afirma que teme no vivir para el momento en que le toque jubilarse. Rusia, y sobre todo algunas de sus regiones, tiene una de las esperanzas de vida masculinas más bajas del mundo desarrollado: 71,5 años, según datos globales del Banco Mundial.

Un asunto fundamental, analiza Liuba Rubchova, mientras se retoca el peinado en el espejo del vestíbulo de una enorme sala de exposiciones de Moscú. Cabello plateado a media melena, ojos azules y una energía de una chica de 23, Rubchova, de 62 años y una pensión de algo menos de 15.000 rublos mensuales (unos 200 euros), trabaja de cuando en cuando como “modelo de edad”. También ha hecho unos cuantos papeles en series de televisión. “Buscaba algo para complementar la pensión, pero he encontrado algo que me apasiona. Y es una forma de dejar claro que la vejez puede ser algo muy bello y que las personas mayores tenemos mucho que aportar”, afirma mientras observa el bullicio a su alrededor, donde varias chicas se preparan para desfilar en una pasarela blanca y dorada.

Rubchova, que trabajó fundamentalmente como enfermera, explica que en una ciudad cara como Moscú, donde vive ahora con su segundo esposo, es casi imposible vivir adecuadamente solo con una pensión como la suya. En la capital, el coste medio de la vida es de unos 16.463 rublos (unos 216 euros al cambio actual) mensuales, según datos oficiales; en Rusia, la cifra media es de unos 10.328 rublos (136 euros). Pero la modelo combina sus ingresos y su pensión con los de su marido, que trabajó la mayor parte de su vida como minero en la ciudad norteña de Vorkutá y que, pese a estar también jubilado, ejerce ahora de restaurador especializado. Con todo ello ahora viven bien, afirma Rubchova. E incluso les da para viajar a China de vez en cuando, su gran pasión.

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