AISS, Regímenes de desempleo parcial: adaptación de las medidas en un contexto inestable

AISS, Regímenes de desempleo parcial: adaptación de las medidas en un contexto inestable

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AISS: Regímenes de desempleo parcial: adaptación de las medidas en un contexto inestable

Los regímenes de desempleo parcial, también llamados en ocasiones regímenes de trabajo de jornada reducida, son uno de los principales mecanismos para reducir tanto el nivel de desaceleración económica brusca como sus repercusiones sociales y del mercado de trabajo. Tal y como indicó la AISS en marzo, estos regímenes, que permiten a los empleadores reducir de manera flexible los horarios de trabajo y la pérdida de ingresos se compensa con un seguro de desempleo, se ampliaron o se aplicaron por primera vez a gran escala poco después de la irrupción de la crisis del coronavirus. En muchos casos, resultaron  una medida esencial para amortiguar la crisis económica derivada de las restricciones impuestas por el confinamiento.

No cabe duda de que la rápida aplicación de estas medidas ha contribuido considerablemente a mantener el empleo y a ayudar a las empresas durante los últimos meses. en Europa el pico de este tipo de prestaciones se alcanzó en abril, momento en el que 10,1 millones de trabajadores en Alemania, 9,1 millones de trabajadores en Francia y casi 1 millón de trabajadores en Bélgica recibieron prestaciones de desempleo parcial. En el caso de Alemania, esta cifra equivale al 22,4 por ciento del empleo total frente al máximo de solo 3,3 millones de trabajadores que fueron destinatarios de este tipo de prestaciones durante la crisis económica y financiera de 2009.

Las prestaciones de desempleo parcial son, por definición, un mecanismo temporal destinado a mantener el empleo durante un período de dificultades económicas. Por este motivo, todas las medidas de desempleo parcial especiales adoptadas ante la COVID-19 al inicio de la crisis tenían una duración limitada de unos tres meses, que era el período de aplicación previsto de las restricciones sanitarias que bastaría para detener la pandemia y devolver la normalidad a la economía.

En estos momentos, es obvio que las repercusiones de la pandemia siguen afectando a la economía mundial. Ante la prolongación o la reactivación de las restricciones de traslado, los Gobiernos se enfrentan al problema de cómo ampliar los regímenes de desempleo parcial en los próximos meses.

El objetivo sigue siendo proteger el empleo y la capacidad productiva de las empresas, al tiempo que se mantiene el consumo teniendo en cuenta la prolongación de la crisis.  Sin embargo, los costos de estos programas son una pesada carga para los presupuestos gubernamentales y de seguridad social. Por ejemplo, se calcula que los costos totales del programa de desempleo parcial en Francia solo desde marzo a mayo ascendieron a 18 400 millones de euros (EUR). Además, debido a que las medidas de desempleo parcial especiales adoptadas ante la COVID-19 se han concebido para ofrecer una ayuda bastante generosa durante una crisis económica a corto plazo, se corre el riesgo de que la dependencia a largo plazo de dichas prestaciones genere riesgo moral y sus consiguientes perturbaciones económicas. Por último, los efectos cambiantes de la crisis no están afectando por igual a todos los sectores, por lo que se requieren enfoques más personalizados.

En este contexto, las decisiones adoptadas recientemente se pueden clasificar de la siguiente manera:

  • Ampliación temporal de las medidas especiales: Algunos países han ampliado las medidas especiales adoptadas ante la COVID-19 en marzo y abril, mayormente,  hasta finales de agosto o septiembre. No obstante, los regímenes se están modificando de la siguiente manera:
    • mejoras: destinadas a abordar las deficiencias detectadas, incluyendo simplificar el acceso o reducir la complejidad operativa;
    • condiciones de elegibilidad: modificación de las condiciones aplicables a las empresas para acceder a los regímenes, incluyendo, por ejemplo, la ausencia de pago de dividendos a los accionistas o la revisión de las políticas que impiden los despidos;
    • cambios en las prestaciones: reducción gradual de las prestaciones de desempleo parcial y/o de los reembolsos de salarios abonados a los empleadores;
    • componentes formativos: ante la prolongación de la crisis, algunos países han añadido componentes relacionados con la formación y la recualificación pese a que este hecho no es común en el caso de los regímenes de desempleo parcial.
  • Delimitación de los programas: Teniendo en cuenta que el rendimiento económico de los diferentes sectores es cada vez más diverso, algunos países han empezado a delimitar las medidas de desempleo parcial adoptadas ante la COVID-19 a los sectores que siguen viéndose más afectados, como el del turismo o los eventos.
  • Disposiciones transitorias: Algunos países que ya contaban con programas de desempleo parcial previo a la crisis del coronavirus han establecido un calendario claro que regula el tránsito desde las medidas especiales adoptadas en marzo hacia las condiciones y niveles de prestaciones de sus programas habituales. En otros países en los que no existían tales programas, se ha empezado a debatir sobre la transición hacia programas menos generosos a largo plazo.
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